Mi intención era hoy publicar una entrada amable, un post blandito inspirado en una sábana que reciclé del arcón de la abuela.
Mi madre me las pasó para tunearlas porque a pesar de ser una preciosidad no podía usarlas, tienen esa medida imposible de "cuerpo y medio", que barbaridad.
Piénsalo e imagina a uno de los cónyuges dormido plácidamente mientras el otro ocupa su medio lado de costado y sin tirar de la manta porque sólo le corresponde el final de la frase: cuerpo y medio.
Sigue pensando porque la dote en la boda implicaba mucho más que una valija llena de sábanas que la muchacha hubiera bordado con mayor o menor habilidad, significaba una entrega sin camino de vuelta. Era el esposo quien administraba esa dote y podía hasta permitirse el repudio a posteriori.
Una tradición macabra dependiendo de donde hayas nacido, a día de hoy en la India mueren mujeres por no poder aportar su dote a pesar que se ilegalizó en 1961, lee este artículo publicado en la edición digital del periódico El Mundo aquí.
En Europa, desconozco si en América* ocurre del mismo modo, la esposa aportaba el "ajuar", algo parecido a la dote que consistía en un montante de muebles y enseres para conformar el nuevo hogar. Todo esto con la supervisión y el beneplácito de la madre de la novia que en función del status familiar proponía y disponía del llenado del "arcón".
Un post que pretendía ser amable y blanco me ha dejado la cabeza del revés esta mañana y el corazón encogido por lo anacrónico e injusto de este asunto.
¿Qué opinas tú? cuenta, cuenta.
***
América* a mis amig@s del otro lado del mar, contadme cómo sucede allá.